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jueves, 29 de noviembre de 2007

Vincent

Este poema es del corto "Vincent" de Tim Burton, que podéis encontrar abajo en el reproductor de vídeos.


Vincent Malloy tiene siete años.
Es un niño amable pero algo huraño.

Es bueno, obediente y muy educado,

pero él quiere ser como Vincent Price, su ídolo soñado.

No le importa vivir con su perro, su gato y su hermana,

aunque preferiría compartir casa con murciélagos y arañas.

Allí jugaría con los horrores que ha inventado

y vagaría por los oscuros pasillos, solo y atormentado.

Cuando viene su tía, Vincent parece un cielo,

pero se imagina sumergiéndola en cera hirviendo para su museo.

Hace experimentos con su perro
Abercrombie
con el fin de crear un horrible zombie.

Con ese espectro terrorífico para los hombres,

buscaría sus víctimas por la niebla de Londres.

Pero él no sólo piensa en crímenes violentos,

Vincent pinta y de vez en cuando lee cuentos.

Mientras otros niños leen tebeos de acción,

a Vincent es Edgar Alan Poe quien llama su atención.

Una noche cuando leía una historia horripilante,

algo le hizo palidecer al instante.

Con tamaño disgusto su vida quedó derrumbada,

pues su bella esposa viva fue enterrada.

Debía cerciorarse de que había muerto,

e intentando desenterrarla, destrozó las flores del huerto.

Su madre lo envió a su cuarto como castigo,

desterrado en sus sueños a la torre del olvido.
Sentenciado a pasar el resto de su vida

con el retrato de su amada que fue enterrada viva.
Y mientras lloraba sumido en la desesperación,

apareció su madre en la habitación.

Le dijo: "Si quieres puedes salir a jugar.

Hace un día estupendo, lo puedes aprovechar."

Vincent trató de hablar pero no pudo,

los años de aislamiento lo volvieron casi mudo,

así que cogió su pluma y se puso a escribir:

"Estoy poseído por esta casa, nunca volveré a salir."

Su madre le contestó: "Ni estás poseído ni estás medio muerto.

Este juego tuyo es sólo un invento.

Eres Vincent Malloy, no eres Vincent Price.

Y no estás loco ni atormentado, ¡caray!

Tienes siete años y eres mi hijo.

Vete a jugar con otros niños, ¡te lo exijo!"

Y tras este toque de atención
abandonó la habitación.
Pero cuando Vincent trató de sobreponerse,

las paredes empezaron a moverse.

Crujían, temblaban

y su horrible locura la cima alcanzaba.

Y
Abercrombie, su terrible esclavo
y su mujer lo llamaban desde el "otro lado."

De la tumba nacían sus ecos

y de las paredes surgían manos de esqueletos.

Todas las desgracias que sus sueños atormentaban,

entraron en su vida mientras él gritaba.

Trató de escapar, de huir del horror,

pero su mustio cuerpo se derrumbó por el dolor.

Y débilmente, casi sin voz,

recitó
El Cuervo, de Edgar Alan Poe:
"Y mi alma, esa sombra que allí flota fantasmal,

no se alzará. ¡Nunca más!"

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